Y después de tantas lunas y tantos soles descubrí que era tanta mi preocupación por encontrarme... que me perdí en el camino...

Y tu.. ¿Ya me has encontrado?



miércoles, 19 de marzo de 2014

Por lo menos algo habría que aprender...


En el trayecto del camino que he recorrido hasta el día de hoy he comprendido, entendido, elegido, aceptado… algo que me llevó al punto de la satisfacción de vivir sin poseer.

Comprendí que no podía exigir como mío algo que no me pertenecía, algo que simplemente no podía pertenecer a nadie; una persona es única, dueña de sí misma, libre y querer aprisionar lo que tanto jactamos de amar está por demás alejado de lo que realmente es amor.

Entendí que no podía detener el tiempo, pero si podía disfrutar cada segundo que la vida me obsequiaba a su lado, entendí que no era sensato llegar y querer mover las fichas de ajedrez de una partida que él ya había comenzado y del cual se miraba muy fascinado, tan adentrado en cada ficha que movía.

Acepté que no siempre se tiene lo que se quiere, porque precisamente el amor radica en ello en la no posesión, aprendí a ser espectadora de su felicidad y ser feliz con ello, a disfrutar de sus sonrisas a la distancia y sonreír con honestidad al ver que la vida le daba lo necesario para sentirse pleno, acepté que sus días, sus amaneceres, las noches bajo las sabanas mientras las horas pasan entre charlas interminables, el primer beso del día, ver como batalla porque las cuentas no le resultan, el caminar tranquilamente mientras hacemos las compras despreocupados por las horas, o sus carcajadas a las 11 de la noche mientras ve esa comedia que seguramente compraría para los dos, de todo eso jamás sería parte, acepté a dejar mi egoísmo por un lado.

Entonces después de tanto tiempo comencé a sentir lo que era amor, lo dichoso que es poder compartir a la distancia su felicidad sin intervenir en ello.

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