Y después de tantas lunas y tantos soles descubrí que era tanta mi preocupación por encontrarme... que me perdí en el camino...

Y tu.. ¿Ya me has encontrado?



miércoles, 19 de marzo de 2014

Una llamada por la mañana...

Tiene algo de malo querer escuchar tu voz? susurré al teléfono…

Quizás, sea extraño para ti oírme después de tanto tiempo, pero he desistido ante los recuerdos; me ha resultado mucho más sencillo no caer ante el deseo de verte, la razón es porque estás plasmada en mi memoria con tal exactitud que no ha brotado tal necesidad – esa melodiosa ceremonia de palabras que salen sin reparo y abruptamente; eres como una niña inquieta que suele hablar demasiado y a la que, curiosamente, no resulta tedioso escuchar si no todo lo contrario –, 
 pero tu voz comenzaba a perderse entre la remembranza de todo lo que fue y dejo de ser; de ahí brotó el valor de tomar el teléfono con el inmenso deseo de escucharte una vez más.

De pronto el tic tac del tiempo comenzó a desvanecerse entre la danza armoniosa de tu voz angelical;
 me encontraba ahí, con el auricular en la mano, suspendido en las galaxias que separaban a tu mundo del mío, flotando entre las notas musicales de tu timbre peculiarmente coqueto; degusté tu voz, la besé, la acaricié y abracé pretendiendo gravar su frecuencia en mi memoria auditiva, aunque, siendo honesto sé que terminaré olvidándolo con el pretexto de poder marcarte nuevamente y así volver a sentir la tibieza de tu voz entrando en mi ser e ineludiblemente viajar hasta el aroma de tu piel y sus siluetas suaves y tersas, esos grandes ojos en los que me perdí más de una vez; tu sabor tan exquisitamente dulce y fresco, tus sonrisas juguetonas y ese bla, bla, bla que no para; tu cabello ligeramente rizado mismo que disfrutaba sentir entre mis dedos; tu cuerpo recostado mientras dormías figuraba tal ingenuidad y ternura que conspiraba para generar tal adicción que podía pasar horas observándote, tu estatura pequeña, tu complexión delgada, tus cortos dedos, tus manos cálidas dibujadas con esas venas saltonas, y los huesos de tu vértebra que se asomaban cada vez que te inclinabas – que imagen!! He de confesar que aún sigue siendo demasiado estimulante – y tus cientos de lunares que jamás terminé de contar.

Continué perdido en tan inmemorables y bellos sucesos hasta que terminaste por cortar las alas inspiradoras de este loco soñador,

.- Me espantaste!!, porque has puesto ese tono tan seco?!, no reconocí tu voz, de echo comenzaba a olvidarla…

La respuesta a mi pregunta nunca llegó, como dice sabina “No hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió”

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