Y después de tantas lunas y tantos soles descubrí que era tanta mi preocupación por encontrarme... que me perdí en el camino...

Y tu.. ¿Ya me has encontrado?



viernes, 6 de agosto de 2010

Al encuentro de la libertad.

.-¿Por qué soy así? por qué la inconformidad con lo que soy?
Se cuestionaba la mujer mientras miraba su reflejo en el espejo, con nerviosismo inquietante se llevaba las manos al rostro y lo deformaba mientras apretujaba una y otra vez. Aquellos ojos enormes se veían sumidos y rodeados de una sombra oscura, misma que, denotaba en su aspecto un gran cansancio o bien que llevaba varios días sin conciliar el sueño… Era de esas mujeres que viven con supuesta “libertad de ser”, rara vez se reprimia, aquella actitud -pensaba ella- le brindaba sentido a su existir… si no fuera por ese estúpido temor al que dirán, o el ser juzgada por sus seres allegados... vivía la vida a su manera pero prestando demasiada atencion a los juicios de terceros.
Rodando por aquí y por allá, buscando un poco de cariño, de atención… pretendiendo encontrar amor en el entorno, en todo lo que venía de fuera, olvidaba buscar en su interior; entenderse y quererse más -olvidaba lo esencial, vivir en completa comunion consigo misma-.

Venía arrastrando un hecho de su pasado, el cual, le tenía sumida en una bochornosa necesidad de sentirse aceptada y querida, sin saber que dejaba de lado su propia integridad, a cambio de aquel supuesto beneplácito y cariño.

Una vez más esa cara sumida se manifestaba en el espejo mientras continuaba con su autojuicio
.-Por qué lo que me da felicidad, no hace feliz a otros?, por qué tener que hacer las cosas ocultándome?, por qué la necesidad de tanta hipocresía?, por qué soy tan mala, tan perversa y tan cobarde?, por qué esta bipolaridad que no me deja disfrutar de lo que soy?; para que una vida así donde si no hago estoy muerta por dentro y si hago soy juzgada cual vil criminal?
Un mundo de cuestiones giraban en su mente, aquel gusano moral le carcomia el alma.


Sentía que todo le daba vueltas; pensaba en su desdicha, y en ese vacío interno que experimentaba en aquel momento, estaba ahí, parada en medio de la enorme habitación del sexto piso de un lujoso departamento, mirando al techo como esperando a que éste le diera respuesta a su ignorancia. La sensación que ahora la invadía era como el de una intrusa en un mundo que no le pertenecía, en un mundo extraño a ella; miraba todo lo que estaba a su alrededor, el espejo, la cama, el candil, el perchero, los colores que teñían aquella habitación y de pronto no reconocía nada, miro su rostro reflejado en aquel espejo, pero, tampoco lo reconoció, miro sus manos temblorosas y aquel diminuto vestido negro que llevaba puesto y comenzó a deslizar sus manos con brusquedad como queriendo arrancarse aquel harapo y de paso la piel; lagrimas corrían por aquellas mejillas dejando una mancha negra a su paso, camino hacia la luz que entraba por el balcón de aquella habitación, apunto su mirada al cielo y entonces pudo apreciar que esa noche era espectacularmente hermosa, llena de estrellas y con una luna redonda y gigantesca, la luz destellante de aquel firmamento le cegaba un poco la vista, aspiró y abosorbió los aromas, aquella noche traía consigo un rocío particular que anunciaba la cercanía de lluvia; apreció todo su alrededor hasta que su mirada se detuvo en aquella calle en penumbra de soledad inquietante y estremecedora… se sentó en el borde del balcón y extendió sus brazos mientras cerraba los ojos y entonces volvió a aspirar aquella humedad en el aire, su piel sentia la suave brisa, comenzo a balancearse hacia adelante y atrás al son del suave tarareo
.-Que es la libertad, un juego para soñar, que juegas a no perder y pierdes todo al ganar, que es la libertad, un juego para soñar que juegas a no perder y pierdes todo al ganar!!... y de pronto se lanzó hacia aquella penumbra... mientras caía aquellos segundos parecían alargarse, sintió una paz indescriptible, misma que le provoco sonreír, abrió más sus brazos en espera de encontrar en aquel golpe el mundo al que ella pertenecía, aquellos segundos le hicieron sentirse poderosa, y reconocer que ya no pertenecía a nadie más, solamente a ella misma.

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