Y después de tantas lunas y tantos soles descubrí que era tanta mi preocupación por encontrarme... que me perdí en el camino...

Y tu.. ¿Ya me has encontrado?



viernes, 5 de marzo de 2010

Pesadillas y verdades Parte I

Por fortuna hace un buen de tiempo que no tengo esas terribles pesadillas, esas en las que me veo de pequeña sentada en ese tronco a mitad del extenso terreno que utilizaban para cosechar mis padres, la casa en que vivíamos pertenecía a mis abuelos paternos y más bien parecía una quinta o hacienda por lo enorme que era; tendría si acaso tres años, mi mamá dentro de la casa platicando con Felicia su comadre y mi padre conmigo sentada sobre sus piernas, frente a nosotros mi tío Rodrigo quien fumaba con mi padre esos cigarros de hierba que dejaban un olor penetrante, recuerdo como hablaban de cosas extrañas o que al menos para mi edad resultaban muy poco interesantes y entendibles. Sin decir nada mi tío se levantó y se alejo entre los matorrales, de pronto, entre esa oscuridad nocturna alumbrada por la nítida luz proveniente del interior de la casa… mire el rostro de quien dibujaba esa risa maquiavélica que siempre despertaba en mi una angustia y miedo indescriptible, después entre la sensación de terror que experimentaba el ver aquel rostro diabólico sentí una mano que recorría mis piernas y sin titubeos se dirigía directo a mi entrepierna, misma que comenzó a tocar sin freno, me vi acorralada y con temor, pero no hice nada, no dije nada, después de unos minutos, sentí una gran necesidad de orinar, así que sin decir nada di un salto y corrí al baño, y al bajarme las pantaletas… con sorpresa mire que frente a mi estaba él, inmóvil, mirándome, sólo mirándome, yo era muy pequeña, pero creo que suponía que nadie tenía que mirarme mientras hacía mis necesidades.
- Sal de aquí, es que quiero orinar.- le pedí; de nuevo esa sonrisa malévola se dibujo en su rostro.
-No hay problema en que yo te mire, además esto es algo “normal”.
A mi corta edad creí que él tenía razón, además era mi héroe, no podía estar equivocado, no sería capaz de mentirme…

Repentinamente una nube oscura invadía mi sueño y daba paso a otro cuadro teatral donde nuevamente me veía como parte del elenco, la escena pintaba de día, lo deducía por lo brillante de las luces que traspasan los ventanales; mi madre lavaba la losa fuera de la casa, y yo me veía debajo de lo que parecían ser un par de cobijas, tapada de pies a cabeza y con esa horrible mano tocando mi entrepierna, me veo un poco mayor, de aproximadamente 6 años, pero parece que las cosas no han cambiado mucho; he de confesar que aquello comienza a parecerme algo natural, esa mano tocando mis partes ya me es familiar y es horrible admitirlo pero no sé si me gusta, esas sensaciones que provoca en mi son agradables.
-Tócame.- me pide, y yo tomo aquello con mis manos,
- Con tus manos no, con tu boca,
- Pero es que no quiero, me da asco.
-Acaso no quieres ser una buena niña, ¿no me quieres?, anda tócame.- repite con insistencia. No quiero ser una niña mala y no quiero que él piense que no lo quiero, así que llevo mi boca hacia aquella cosa.
Así, pasan unos minutos cuando… mi mamá entra a la casa y él cierra los ojos y deja de moverse para parecer que está dormido, dudo mucho que mi madre sospeche lo que pasa, después él se levanta y me da unas monedas.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro; supongo que aquello de las monedas me provocó alegría.
-Puedo aguantar el asco que me provocó el sentir aquella cosa en mi boca, ser una buena niña para que el no deje de quererme y tener dinero para comprar dulces.- pensé.

Después de esto nuevamente surgía esa nube oscura que me transportaba a otra escena; en la cual, veo una casa diferente, muy pequeña a comparación de la anterior, y yo de aproximadamente 11 años, pareciera ser de noche, todos duermen, (o al menos eso creo) me encuentro en la parte alta de una litera y mis hermanos Lorenzo y Francisco en la parte baja; alguien se acerca, cierro los ojos impulsivamente; los pasos suenan a un costado de mi, tengo miedo, hay demasiado silencio, después esos mismos pasos se alejan un poco, han encendido el televisor y entreabro los ojos para ver como él toma una cobija la cual extiende en el suelo y se recuesta
- Vaya alivio!!.- Pienso.
Si acaso tuviera la más mínima idea de lo que va a suceder, me insultaría por lo estúpida e inocente que soy.
Pasado un rato me dejo abrazar por Morfeo… no pasa mucho tiempo cuando siento que alguien tira de mis pies, me está bajando y yo ya no quiero,
-Dios no por favor, no quiero que me toque, no dejes que me toque. He descubierto que lo que él hace no es sano y me siento muy confundida. Retumban como eco estas palabras en mi mente.
Continuo con los ojos cerrados para parecer dormida, no me gusta que él me pida tocarlo, así que, nunca abro mis ojos, por más fuertes que sean los jalones, lagrimas comienzan a rodar por mis mejillas, y una confusión enorme provocada por su boca y sus manos tocándome y la sensación agradable que causan estas en mi, y la idea de saber que aquello es algo horrible, algo mundano y que jamás, jamás debí permitir que continuara haciéndolo, pero ahora tengo miedo, él es muy malo, muy malo y tengo miedo.
Así transcurre la noche y pierdo el sentido del tiempo, para quedar no sé en qué momento, dormida.
Al despertar veo que él esta por salir a trabajar, bueno siempre nos hacía suponer eso, aunque regresará sin un peso a casa.

-Mi madre hoy no trabajó, eso me alegra mucho y me gusta que este en casa con nosotros.- Pienso. Una gran sonrisa se dibuja en mi rostro, hasta que veo a mi madre llorando y me acerco.
-Porque lloras madre, ahora que te hizo, te ofendió, te lastimó, por favor dime.
-Hija, dime la verdad, que es lo que él te hace, ayer por la noche me levante porque tenía sed y lo vi.- Rompió llorando y gritando.
-Dime hija él te toca
-No mamá, nooo, te has equivocado.-Las lagrimas comienzan a llenar mis ojos.
-No tengas miedo hija, yo te voy a proteger, lo vamos a denunciar, pero tienes que decirme lo que paso.
Muchas ideas comienzan a llenar mi mente, los recuerdos, mi madre llorando, la idea de imaginarlo preso, pero, puede que eso sea la solución, no quiero que me siga tocando.
-Si madre, vamos hacerlo, yo ya no quiero seguir con esto, y no quiero que tu sigas llorando, por todo lo que él nos hace.

No hay comentarios:

Publicar un comentario