Y después de tantas lunas y tantos soles descubrí que era tanta mi preocupación por encontrarme... que me perdí en el camino...

Y tu.. ¿Ya me has encontrado?



lunes, 8 de marzo de 2010

Pesadillas y verdades Parte II

Después de lo anterior se abrían una sucesión de escenas bastante complicadas en las que se venían tiempos difíciles.


Ese día lo detuvieron y mi madre y yo íbamos también en esa camioneta llena de policías, él en la parte trasera custodiado por un par de esos uniformados que mas allá de brindarme confianza y protección, me causaban pánico… tal situación me hizo recordar aquella vez en la que Él intento nuevamente golpear a mi madre; mis hermanos y yo horrorizados en un rincón de la sala la cual, a pesar de lo pequeña que era en esa ocasión se sentía inmensa, como si nos hallásemos en una isla lejana donde nos era imposible ir al rescate de mi madre…
- Vayan a llamar a los policías, ya no le teman más a este hombre, hijos por favor.- gritaba mi madre.
Nosotros que nos sentíamos tan lejanos a causa de nuestro temor y cobardía, hablábamos sobre la idea de salir en busca de ayuda.
-Ve tu.- le decía a mi hermano mayor.
-Nooo y que tal que si me voy y la mata!!.- respondió asustado.
-Es que yo tengo mucho miedo, no sé qué decirles a los policías, y si no vienen y después Él me golpea.- mientras en mi cara se figuraba una gran angustia.
Sin articular palabra mi hermano el que le seguía al mayor, fue el héroe de aquel acontecimiento, se levantó y descalzo corrió a la delegación que se encontraba a unas cuantas cuadras de mi casa; después de unos minutos - que para nosotros los sometidos a ese infierno visual donde la trama era Él, ofendiendo a mi madre y amenazándola de golpearla, fue el lapso de espera más grande que hayamos experimentado – llegaron esos tipos uniformados quienes entraron apuntando con sus metralletas, Él se encontraba brincando sobre los la puerta de un guardarropa, la cual, minutos antes había desprendido de un golpe.
-Señora, cuénteme ¿Qué es lo que pasó?- pregunto uno de ellos
-Es que está amenazando con golpearme.- contesto mi madre titubeante.
-¿Y la golpeo?
-No sólo amenazaba con hacerlo; mis hijos están muy asustados.- mientras ellos volteaban a vernos con cierta indiferencia.
- Vamos a proceder a llevarnos a este tipo, ¿quiere acompañarnos para levantar una denuncia en su contra?, aunque lo más seguro es que salga libre mañana ya que no hay señales de golpes o agresión.
-¿Qué maldita señal de agresión esperaban?, acaso, ¿Ver a mi madre llena de golpes o al borde de la muerte?, malditas autoridades, malditas leyes, como sentirnos resguardados cuando vivimos dentro de un sistema de seguridad y leyes mediocres.- Me pregunté y me sigo preguntando en infinitas ocasiones.
-Aquella noche, supongo que mi madre no pudo dormir pensando en que mi padre saldría a otro día hecho un demonio – cosa que no le costaría trabajo - y trataría de vengarse por lo ocurrido.

Quizá en aquellos recuerdos se infundaba mi temor, ni siquiera tenía idea de cómo era aquel lugar a dónde nos dirigíamos pero me imaginaba que era un lugar escalofriante y eso sembraba más pánico, mi madre me dijo que cuando llegáramos a los separos tenía que describir de nuevo todo lo que le había platicado ese día por la mañana, y así fue que tuve que decir lo que mi “Padre” hizo no sé cuantas veces, tuve que ir a revisarme con médicos para ver si existía violación, cosa que, afortunadamente nunca sucedió (de hecho creo que fue lo único que le hizo falta hacerme y recuerdo que jamás me golpeó, con excepción de una ocasión en la que él descargaba toda su ira a golpes contra mi madre, yo parada frente a ellos me sentí bloqueada, sin saber qué hacer, entonces, corrí a abrazar a mi madre y parte de los golpes me tocaron a mí, el estaba como loco, creo que nisiquiera alcanzaba a darse cuenta de la magnitud de sus golpes y acciones. Recuerdo que anterior a eso una vez mi madre le reclamó porque sólo golpeaba a mis hermanos y a mí nunca me alzaba la mano, si mi madre supiera porque mi padre nunca me golpeba y que yo hubiera preferido que dejara marcada mi piel con sus golpes y no mi alma con sus actos), también me llevaron a los juzgados donde tuve que reseñar nuevamente lo ocurrido; aquello acaparó las primeras planas del periódico, así que, a primera hora del día siguiente mi nombre y apellido se gritaban a los cuatro vientos, como si aquello fuese una hazaña; fui señalada por no sé cuánto tiempo, los vecinos de mi colonia en su mayoría sabían lo sucedido y me miraban con pena, otros con horror y yo los miraba con ignorancia, no sabía porque me miraban así, no entendía con claridad la gravedad del asunto.

Ahora es que detesto la prensa amarillista ya que no aportan mucha luz, sino, todo lo contrario, si tuve la gloriosa oportunidad de zafarme de toda esta mierda y que con el paso del tiempo pudiera recordar los hechos sin llevarme un trago amargo, aquellos periódicos que carecían de seriedad y que en particular los considero "vividores de las desgracias o penas ajenas", lo estropearon todo, hablaban de una “violación” entre otras tantas barbaridades, contribuyeron en pudrir mi infancia, pero bueno, ellos lograron vender unos cuantos periódicos… además de que la ignorancia o carencia de cultura que predomina en “la sociedad” contribuyó a que aquella noticia que causaba sensación atrajera como imán (“el chismorreo es lo primero”), más que aquel pedazo de hoja con aquellos textos que ponen a trabajar el cerebro; así, fui presa de mi padre, de mi madre que no supo manejar la situación con valor o simplemente le gano “el amor”, de la sociedad que me señalaba sin saber, sin entender, y de mi inocencia al creer que nada de lo que me rodeaba era malo, de mi falta de educación y entendimiento; y del asqueroso amarillismo utilizado para vender y no para brindar algún beneficio, lo cual debería ser prioridad, pero en fin... que se puede esperar de un mundo donde se nos educa a ver las cosas con el signo de $$$.

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