Podría vivir sin ti, es cierto,
seguir caminando por la vida
sin tener lugar de arribo o partida
sin saber más del sabor de tus besos,
sin fundirme en el universo de tus brazos,
o despertar con tu olor en mis prendas.
Sé que podría vivir sin ti,
sin la ternura de tus pupilas,
sin tus manos entre las mías,
o con horas que pasan estoicas
ante tu ausencia,
y la luz de tu ser la remplazaría
con la lámpara de mi alcoba,
o con las velas de olor a canela.
Comprendo que podría vivir sin ti,
sin la gracia de tu piel,
sin tus sonrisas ligeras que son
capaz de iluminar una ciudad entera,
y las noches volverían a ser
jodidamente las mismas,
y estaría de nuevo detrás
del monitor bebiendo café
como una loca compulsiva.
Es seguro que podría vivir sin ti,
y eludir el caminar embelesada
por los rincones de la oficina
pensando en aquella maravillosa
noche, en el pernoctar sobre tu cama,
la contemplación de tu mirada
mientras velabas mis sueños,
esa misma noche en que entendí que
eras un ser único como todos,
especial como muchos,
pero hacías latir mi corazón
como ninguno.
Sé que podría vivir sin ti,
no tengo la menor duda de ello,
pero en absoluto “no lo deseo”,
porque desde que estás
hay danza de energías,
y sustancias disímiles que forman
un nuevo elemento en el universo,
fuego que no termina de consumirse,
y un paraíso que me recibe a cada mañana.
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