No bastó la humedad salada de mi almohada
ni las dos cajetillas de tabaco,
ni la botella de alcohol que embriago mi alma,
es mentira eso de que ahoga las penas,
puedo asegurar que las aviva y enciende más;
y es que no bastó las horas en vela,
ni escribir tu nombre en una papeleta
para después quemar la tinta y tu recuerdo,
ni me bastó la soledad, ni mis canciones
favoritas acompañando mis saltos en la cama
mientras tontamente pensaba en que en
algún brinco se me escaparían las historias,
no, no bastó tirarme en el suelo mirando al techo
rogando a alguna deidad llegase mi consuelo,
no bastó y sigo aquí bebiendo y ahogada en memorias,
consumiendo mis deseos de olvidarte,
fumándome el presente que se desvanece en el pasado.
Luna
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