Me han venido las memorias de las noches a tu lado
¿recuerdas en la cama uno a cada costado?,
yo del lado a la pared y tú al pasillo,
decías para ver hasta el cuarto de las nenas;
protegiste nuestros días y velaste nuestros sueños.
Mi cama hoy cela tu espacio, sigo recostándome
del lado a la pared y una almohada da al pasillo,
se me dibuja una sonrisa al recordar que
nos abrazábamos 5 minutos para dormir
y después cada uno cogía su espacio,
tú para un lado, yo para otro, espaldas unidas
y luego el cómo movías el trasero “para que se amoldara
con el mío”… era la frase para dar inicio a la noche.
Para amanecer, inexplicablemente despertábamos
armados un lío, tú en mi pecho con tu mano sobre mi espalda
y mis pies arriba de los tuyos, no se sabía de quien
era cada parte que se asomaba por fuera de las sabanas,
y nuestro despertador matutino que no fallaba los
fines de semana ¿recuerdas? yo aún no lo olvido.
Una sonrisita picarona que comenzaba a jugar con
nuestros pies "¡ya amaneció!" pronunciaba acto seguido;
y yo me levantaba con ese racimo de hierbas alocadas
sobre la cabeza y tú, tú con esa pulcritud que te caracterizaba
único, especial, autentico, mi corazón se paraliza al recordar.
Y aquí estoy sobre mi cama, ésta misma que nos dedicó
tantos anocheceres, testigo del amor profundo de dos seres,
y las mañanas con prisas, con calmas, con sonrisas, con
peso en las espaldas, con ánimo y desánimo, pero ahí estabas
en esa orilla del pasillo en la que ya no figurarás más…
Luna
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