Nuestros labios volcanes que hacen erupción al unirse,
las pieles que absorben el fuego desbordante,
mírame ahora aquí contemplándote,
mientras tus ojos me desnudan el alma
y precipitan mi corazón palpitante,
eres tú la luz en mi sonrisa,
y las caricias que hacen temblar hasta mi voz;
tú entre el principio y el fin
diluido en el tiempo siendo sin ser,
existiendo sin estar.
Tu voz eco en mi alma que se acuna al escucharte,
es tu voz quien me da calma;
abrazas mi silueta que fría está de extrañarte,
tus ojos matices de colores mitigantes en la oscuridad imperiosa,
tus brazos y voz que me dicen aquí estoy,
que me dicen es qué no me vez, es qué no me sientes?
si por las mañanas te acaricio y por las noches te arropo,
entre las sabanas y la inmensidad del cielo estrellado,
entre el café y el canto de las aves en cada amanecer.
Luna
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