Extraño la unión de nuestros labios,
el clímax fúnebre de los deseos al consumarse...
Extraño su suavidad,
lo carnoso de estos que me invitaban a morderles gradualmente…
Extraño su humedad
esa que calmaba la sequedad de mis labios desérticos…
Extraño el palpiteo del corazón
que salía por la boca y se disparaba en nuestros besos…
Extraño el sabor de tus labios, esos mismos…
esos mismos que jamás probé…
Luna.
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