A pasos calmados iba por la senda
a marcha sumida y visiblemente apagada,
el templo en ruinas de lo que fuera
la calidez de mi cuerpo;
y un corazón atrincherado,
un par de ojos clavados en un mar de imágenes
que poco a poco se suprimían…
Más un día sin esperarlo,
sin pretender, ni desearlo,
llegaron esos ojos rasgados,
aunados a su sonrisa traviesa,
sus pasos atrevidos encendieron
los míos ya desfallecidos,
sus palabras recias abrieron la jaula
del corazón desahuciado,
sus suaves caricias fueron
construyendo el nuevo santuario,
del cuerpo que de frío e inerte pasó a cálido,
sus besos provocadores de delirios,
sus manos profanan mis pieles,
de tentaciones se ven envueltos mis deseos
en los que danzan los cuerpos desnudos,
y el salvajismo de dos almas extasiadas;
el paraje del camino dejo de ser exhaustivo,
ahora está ardiendo en llamas,
avivando la pasión del cuerpo indolente
de quien ya no es más un alma helada.
Luna
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