El estaba lleno de celos,
y de ese amor extraño que no entendía,
su mirada era como la de un demonio,
y su pulsación la escuchaba aun a la distancia,
los nudillos contraídos y la quijada desviada,
vino hasta mi con ese ser maligno que desconocía,
topo su frente contra la mía y a maldecir comenzó.
Sus gritos aturdían, herían mi ser y mi corazón,
yo desgastada, cansada, sin ánimo, sin fuerza,
y el macho ególatra, de esas personas que no saben
perder, que no saben escuchar un no,
se dirigía a mi como si su garganta me quisiera devorar,
sus manos sobre mi cuello comenzaron a asfixiar.
Yo un cuchillo escondía, pues con temor vivía,
lo tomé fuertemente con mi mano derecha
y en el tórax lo encaje sin temor,
sus ojos casi salían de órbita y entre sollozos susurró,
maldita, maldita por siempre seas... en tu presente estaré yo.
Luna.
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