Bestialmente seductora
sus labios carmesí,
y esos rizos que caían a media espalda,
su discreta silueta,
de sonrisa coqueta,
el dulce aroma a frambuesas
se desprende al transitar.
Su contoneo al caminar
atrapa las miradas,
ese vestido ajustado
le remarca las nalgas,
y justo más abajo
la firmeza de sus piernas largas,
el bolso pequeño,
la chamarra de piel,
el maquillaje reservado.
Ya puesta en la barra
un par de margaritas,
luego un escoces,
y para terminar una sangrita,
se para a bailar
y comienza a brillar,
su sonrisa que cautiva,
sus movimientos de goce,
ella esta poseída,
por algún alma salvaje,
siempre diáfana, siempre indomable.
Van para las dos,
se termina el encanto,
regresa a casa
para guardar el recato,
una noche más,
donde el alma se despoja,
donde vive libremente,
ya no se acongoja.
Bestialmente seductora,
duerme tranquila
hasta la siguiente ronda.
Luna
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