Y después de tantas lunas y tantos soles descubrí que era tanta mi preocupación por encontrarme... que me perdí en el camino...

Y tu.. ¿Ya me has encontrado?



jueves, 4 de diciembre de 2014

Cartas de dos amores

Mujer, 
(quisiera decir “mi mujer”, ahora entiendo que jamás fuiste mía)

Todo mundo dice que lo que importa es la honestidad
pero a mi tu honestidad no me sirve en absoluto, 
el que digas las cosas como las sientes o piensas, 
no me devuelve tu presencia, ni esos instantes que se van
sin ti, sin nosotros; no me devuelve el regazo de tus brazos
y la inmensidad de tu pecho donde posaba mis complejos días.

Tenías razón sobre “el duelo”, creí que amándote tanto como te 
amaba jamás podría odiarte, pero ahora no se si te odio o te amo
o ambas cosas, mis noches en vela se ven gobernadas por tu 
fantasmagórica imagen que viene a mí algunas veces seduciendo, 
otras sólo para recordarme que ya no estás, que ya no estamos y que
difícilmente volveremos a estar, entonces te maldigo con arrebato
hasta que quedo sin aliento y de poco a poco comienzo otra vez a bendecirte.

Es tan doloroso, tan confuso, tan temible esto que siento, 
temo tenerte cerca, me aterra tenerte lejos, quiero abrazarte, 
e inmediatamente alejarte; necesito olvidarte, suprimirte de mi
mente; dueles, dueles… pero no quiero olvidarte, quiero llevarte
siempre en mis memorias, como esa chica que me enloquecía, 
que me hacía perder la cordura para bien y a veces para mal, 
siempre tuviste el poder de desequilibrar mis días, o por el contrario
hacerlos entrar en armonía, eras esa clase de mujeres que 
dejan huella, jamás has necesitado de alguien que te guíe.
Jamás necesitaste de mí, tal vez ese es el punto inicial y final.

Mi querido compañero de camino:

Leí tus letras, admito que han provocado un hondo penar, 
lamento en el alma que ambos pasemos por una situación tal, 
quisiera que pasara la agonía de estos tiempos y que los hermosos
recuerdos minimizaran la cólera que circula por tus venas, 
y aunque yo saldría beneficiada de ello, créeme, no lo hago por eso,
sino porque siento que es lo más justo para ti, 
si pudiese borraría todas las huellas que he dejado en tu mente 
y en tu piel, extinguiría hasta el más mínimo de los recuerdos, 
sé que de poco sirven mis lamentaciones y el que te confiese 
que también la he pasado mal, duermo poco, y el apetito se me va,
siento haber tardado tanto en mostrarte mi verdadero rostro, 
siento tanto haber matado este amor de poco a poco,
pero de nada vale que lo sienta, que me revuelque entre el dolor 
y entre sollozos, las cosas están hechas, el dolor provocado.

Si la vida fuera justa, multiplicaría ahora mismo mi dolor. 
Sabes, traté siempre de regirme por la honestidad, ser directa,
pero me aterraba llegar a esto, a ahogar nuestras almas, 
no quería verte mal, ahora entiendo que era algo inevitable y 
que mi cobardía sólo prolongo el dolor… sé que puedo 
marcharme, hacer oídos sordos ante tantas palabras hirientes que profesas,
que escupes sobre mi ser, pero te entiendo (aunque digas que no lo hago),
entiendo tu dolor, tu desdicha, tus reproches y resentimientos, 
entiendo que el veneno te carcome y necesariamente necesitas expulsarlo,
bien… aquí me tienes, de frente, siempre de frente, admitiendo mi culpa
y enfrentando cada acción resultante de mis actos y te amo, te amo
de una manera casi ilógica para tu mente, te amo de una manera única,
te amo libremente, sin ataduras, sin reservas, sin cuestionamientos,  
enteramente, sin altibajos, siempre más y más… y te amaré a cada uno 
de mis respiros, algún día entenderás que esté amor era puro, pero complejo
para los que piensan como tú, los que pensamos o creemos en el amor libre
una sola cosa nos depara, la soledad, la inhóspita soledad para la cual ya 
he reservado mi lugar y preparado mis maletas.

Atte.

La mujer que más te ha amado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario