¿Podrá llamarse amor aun si su envoltura es obsesiva,
si su sabor es de mieles con partículas de hieles?
¿Si trae consigo ese ímpetu por continuar aun sabiendo
que a cada paso que das estas entrando al cielo
o al abismo infernal?
Porque es una locura esto que por ti siento,
demencia, algo que raya la línea del pecado
amarte por sobre la vida mía,
amarte por sobre todas las cosas,
olerte en el aire que respiro,
sentirte en cada fibra de mi ser,
ser en ti, por sobre de ti, por debajo de ti,
tú en mí, yo en ti, siendo uno, siendo el todo,
creer que después de tu amor ya no hay más;
mi mente ha vagado por agujeros negros
y galaxias lejanas, mis sentidos se pierden
de pensarte lejos de mis labios,
o fuera de mis brazos.
¿Podrá llamarse amor aun con esta envoltura obsesiva?
o ¿cómo podré justificar esta locura mía?,
estas ganas de tenerte a tres centímetros de mi piel
de rasgarte las prendas y abalanzarme contra ti,
de robarte el aliento con la humedad de mi boca
de perderme en el delirio de las caricias tuyas
esta locura mía que me hace ver limpio hasta lo impúdico,
que la perversidad se ha vuelto tan exquisita
que me pierdo en las sendas de los orgasmos perpetuos,
y santifico tu piel y bendigo tus labios y alabo tu hombría.
Dime ¿podrá llamarse amor a este sentimiento con envoltura obsesiva?
Luna.
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