Entre las copas de los bohemios, de los ebrios,
de los que intentan anestesiar los efectos colaterales
de algún duelo en una botella de vino,
las memorias danzan gustosas como los buitres,
esperando el momento justo,
huelen el dolor, y afilan sus largas garras,
huelen nuestra soledad y
el abismo amenazador donde iremos a parar.
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