Entendí

¿Creerás si te digo que al final terminé entendiéndote?

Al principio fue total confusión, dolor y más dolor,

no había otra cosa que mi corazón sintiese.

Pasó remiso el tiempo, así como las noches de enormes lunas, 

los días soleados y algunos nublados (esos que tanto te gustan,

puesto que son los más inspiradores –decías–, en mi caso,

fueron los peores) y entre ellos la nostalgia de una mente enajenada 

quien fue testigo del padecimiento que devastaba mi interior. 

En mi estado ambivalente dejé escapar toda la belleza presentada, 

no podía comprender como se había llegado hasta ese punto, 

y la frustración de no saber nada de ti fue el arma blanca que hirió mi alma… 

Entendí que te fuiste porque querías lo mejor para mí, 

quizás faltó hacerte ver que, aún con las pequeñas frustraciones 

acontecidas tú ya eras lo mejor!!, y no hacía falta nada más...

Entendí (tarde tristemente) tus miedos, tu manera tan 

sensible de percibirlo todo, tus sentimientos tan exageradamente

entregados, honestos e inocentes.

Comprendí que eres un alma libre y es la única manera en que 

concibes el amor; me diste señales de cómo debía hacerlo 

pero me cegué en mi capricho, antepuse mis deseos de quererte

sólo mío dejando de lado todos los acuerdos…

Ciertamente, aprendí tarde, sin embargo, no me quedo derrotada, 

ni confundida, ni triste, todo lo contrario, me siento feliz

y sumamente afortunada de habernos cruzado en el camino; 

eres una persona única, no cambiaría en absoluto nada de ti,

tú con tus arranques, tus ausencias, tus locuras, tu lado frío 

o el deprimente, así totalmente me encantas!!

Eres un ser increíble, jamás lo dudes, iluminas con tu presencia…

donde quiera que estés deseo que la vida te de plenitud,

felicidad y muchas satisfacciones, me despido con un

HASTA PRONTO mi bello capricornio, dejándote mis letras 

que lejos están de expresar lo mucho que me hiciste aprender

y sentir… de ti, Luna.