Estuve de paso en un mundo de lo más extraño donde la gente vivía con miedo, con reservas, represiones, lazos, candados, ataduras, negaciones e infinidad de ilusiones que les ayudaban a subsistir, quizás con el patético afán para seguir cuerdos… evitando a toda costa el ahogarse en el delicioso mar de la locura.

Era común verles con gargantas gigantes debido a palabras como “perdón, te amo, te he extrañado, me duelen tus acciones, necesito un abrazo, he pensado en ti, no quiero que te vayas”, que quedaban atoradas a medio camino o lenguas largas que escupían palabras que no concordaban con el corazón, mismas que los alejaban de las personas amadas pero que los hacían sentirse en una posición absurdamente vanagloriada.

En ese mundo fui catalogada como rara porqué jamás callé mis sentimientos, por entregarme al cien aun sabiendo que habían pocas esperanzas, por mirar de colores los cielos grises, por creer que la maldad no era innata, por buscar justificaciones ante las malas acciones, por nadar plácidamente contracorriente, por perderme a menudo en las imágenes que llegaban a mi mente, por reír de la nada y llorar por casi todo… me llamaban loca en ese mundo raro de abundantes cuerdos.

Luna.