No lo parece, pero sigue importándome un carajo el juicio de los demás
si me ato, me desato o gozo de excesiva libertad…
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Imposible no desear correr a su encuentro
y perderme entre sus labios,
inadmisible no anhelar envejecer en su mirar
mientras la experiencia va escribiéndose en mi piel
y los cabellos tiñéndose de años.
Hoy danzo entre quimeras y realidades
siendo la cómplice, la amante, la mujer tierna y/o perversa,
la niña, la puta, la santa… sólo entre sus brazos.
Y no quiero dejar de anhelar…
porque a su lado me he visto de frente y me he reconocido;
y voy degustando, experimentando, aprendiendo…
a volar sin despegar las botas del suelo,
a vivir sin límites siendo responsable de lo que ello conlleva,
de anatomía manoseando sus exquisitas nalgas,
besando sus carnosos labios y jugando con sus torneadas piernas,
dibujando mapas en su espalda y en el bosque de su pecho,
de química con su seductor olor,
así… olfateando hasta el último rincón,
de sabores embriagantes el jugo de su boca y el néctar de su hombría;
de física voy entendiendo de la fuerza de atracción,
de la importancia del tiempo y la irónica relatividad del espacio;
y de teísmo al no hallar explicación, ni lógica, al acto glorioso
de encontrarme con alguien que fue diseñado justamente a lo absurdo de mi medida.
Luna.
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