Y después de tantas lunas y tantos soles descubrí que era tanta mi preocupación por encontrarme... que me perdí en el camino...

Y tu.. ¿Ya me has encontrado?



martes, 26 de abril de 2016

Nadie me enseñó a ser feliz. 
Me enseñaron a hablar, a creer, 
a tener fe, a caminar, 
a conducir un auto, 
a escribir; me mostraron que 
somos un cumulo de engranes 
de un sofisticado sistema de supervivencia; 
me mostraron que si no trabajas 
no llevarás una vida cómoda, 
pero,
nadie me mostró a saber utilizar la boca, 
a que no se debe creer en todo, 
a que la fe no es ciega, 
que no todos los caminos llevan a donde deseas, 
que eres necesario, más no indispensable, 
que siempre te sentirás carente 
si no observas lo afortunado que ya eres.

Y creí que la gente era feliz a medida de lo que poseía, 
un auto, una casa, un amor, buenos hijos, solvencia económica, 
até mi felicidad a la falsa creencia de posesión, 
y fui feliz no lo niego, pero sólo por instantes, por días, 
y una vez más experimentaba el miedo a perder a la gente que amaba, 
pendía mi felicidad a situaciones o personas externas. 

Cuando te das cuenta que sin ti continua amaneciendo, 
que sin ti aquellas personas que amas seguirán su paso,
que sufrirán instantes pero continuarán buscando la plenitud, 
se cae la venda de los ojos y observas que justamente funciona a la 
inversa, aun con las pérdidas materiales o personales
la vida sigue y aprendes a vivir sin ellas, 
con un proceso que será tan doloroso como lo prefieras,
realmente todo ha adquirido (a manera personal) un sentido diferente, 
la lucha no es con lo que está fuera de mi, si no con lo que está dentro,
la mente, las emociones, las creencias...
Es entonces mi mente el centro o la base de donde pende el equilibrio.

Luna.

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